[Pensando en Yulia Abud amiga]
Ya no muy me acuerdo ―es decir, ya no recuerdo― si esta muchacha era hija del matrimonio que vivía en el rancho de mis abuelos, pero de lo que estoy seguro es que por alguna razón convivimos ahí, siendo aún pequeños. Me acuerdo sí, del carácter huidizo de esta demonia, misma a la que vistieron de diabla con el tiempo, por orden de la Presidencia Municipal, pues asegún… la Tina, que así se llamaba, lentamente mataba de tiricia y miedo a su patrona. Una señora entrada en años, de cabellos blancos. Gente del tiempo de antes.